Las quemaduras son una forma común de trauma en la infancia, encontrándose un amplio espectro de lesiones, desde quemaduras superficiales sin secuelas a largo plazo hasta quemaduras profundas que comprometen gravemente la salud física, mental y social del niño, así como la calidad de vida.

Un artículo publicado en la última edición de la revista Paediatrics and Child Health presenta una revisión acerca del tema en la que se discute la importancia de una evaluación adecuada y un manejo oportuno y eficaz en la fase aguda para reducir la morbilidad y la mortalidad a largo plazo.

Entre los puntos que vale la pena destacar en esta revisión se incluyen:

• Según la OMS, las quemaduras son la undécima causa de muerte en niños de 1 a 9 años y la quinta causa de lesiones infantiles no mortales.
• El tamaño, el sitio y la profundidad son factores importantes a la hora de definir el tratamiento y establecer el pronóstico a largo plazo.
• Existen importantes diferencias anatómicas, fisiológicas y psicosociales entre niños y adultos, las cuales deben ser tenidas en cuenta durante el abordaje de los pacientes pediátricos víctimas de quemaduras
• Las proporciones corporales son diferentes, la piel es más delgada, las vías respiratorias más pequeñas, el volumen sanguíneo reducido y experimentan mayores niveles de estrés.
• Los niños requieren líquidos de resucitación y mantenimiento de fluidos para quemaduras de más del 10% del área total de la superficie corporal.
• Entre las complicaciones frecuentes de las quemaduras en niños se incluyen infección, síndrome de choque tóxico, mala cicatrización y secuelas psicológicas.
• Una limpieza cuidadosa y una analgesia adecuada durante la evaluación inicial mejoran el pronóstico y reducen las complicaciones infecciosas.

Referencia

Gill P, Falder S. Early management of paediatric burn injuries. Paeditric and Child Health. 2017; 27(9): 406-414.